Human beings can have a visceral reaction to the thought of growing human kidneys or livers inside the bodies of pigs or cows. A participant in a recent online forum on human/animal chimeras described it this way: “Unbelievable!!! …If there was anything that was more anti-God it is the genetic formation of chimeras which is nothing more than Frankenstein monster creation.”
Although the idea of a chimeric animal is indeed unusual, several factors need to be considered in evaluating the practice of growing human organs within animals. Despite our initial hesitations, certain kinds of human/animal chimeras are likely to be justifiable and reasonable. This comes into focus when we recognize, for example, how thousands of patients who have received replacement heart valves made out of pig or cow tissues are already themselves a type of human/animal chimera. For many years, moreover, scientists have worked with chimeric mice that possess a human immune system, enabling them to study the way that HIV and other viruses are able to infect cells.
We routinely use animals to address important human needs. We eat them and make clothing out of them. We keep them in zoos. Utilizing them for legitimate and important medical purposes like organ generation and transplantation should not, broadly speaking, be a cause for alarm. As another online participant noted, only half in jest: “Think of it – a pig provides a human heart, lungs, and liver then the rest is eaten for dinner! …Plus the pig will likely be chemical free, well-fed, and humanely treated.”
If a pig were in fact able to grow a human kidney in place of its own kidney, and if it could be used for transplantation, it could provide a major new source of organs in the face of the critical shortage that currently exists. Many patients today are on waiting lists for a kidney, and a significant percentage die before an organ ever becomes available.
Yet significant technical and ethical hurdles remain before growing organs in pigs is likely to be feasible. The science is still in its infancy, and researchers have yet to figure out how to make human cells co-exist in a stable fashion with animal tissues. There are abundant concerns about the possibility of transmitting animal viruses to humans especially considering how readily other viruses like avian flu have been able to jump from birds to humans.
Even assuming these kinds of risks are able to be minimized, and pig/human chimeras could be safely produced, there would still be several ethical issues to consider. One concern involves using stem cells from human embryos as part of the process of making pig/human chimeras. Typically scientists try to generate chimeras by adding human embryonic stem cells to animal embryos, which then grow up and develop into chimeric animals. Destroying young humans in their embryonic stages for their stem cells is gravely objectionable, so creating chimeras could be ethical only if alternative, non-embryonic sources of stem cells (like adult stem cells or induced pluripotent stem cells) were utilized for the procedure.
The technology might also lend itself to other unethical practices, like trying to create a pig that could produce human sperm or eggs in its genitalia. Similarly, if human nerve cells were incorporated into a developing pig brain in such a way that the animal developed what appeared to be human brain structures, some have noted there could be questions about the occurrence of intelligence or self-consciousness or other facets of human identity in the animal. Although such concerns seem farfetched, given the dearth of knowledge about the “scaffolding of consciousness,” it seems reasonable to limit this kind of experimentation. Some scientific agencies like the National Institutes of Health have restricted the availability of research funds for the study of human/animal chimeras because of these and other considerations, seeking to levy pressure so that the needed ethical discernment and discussion occurs before researchers proceed further.
We tend to view modern scientific progress as a powerful “engine of good” for the well-being of mankind, and therefore we view most scientific research with hope. This is proper and fitting, and to reinforce and reinvigorate that hope, we should continue to insist that cutting edge biomedical research remain in active dialogue and interaction with sound ethics. The expanding study of human/animal chimeras challenges us to reflect carefully on the morally appropriate use of these novel and powerful technologies, so that human dignity will not be harmed, subjugated, or misappropriated in any way.
Rev. Tadeusz Pacholczyk, Ph.D. earned his doctorate in neuroscience from Yale and did post-doctoral work at Harvard. He is a priest of the diocese of Fall River, MA, and serves as the Director of Education at The National Catholic Bioethics Center in Philadelphia. Órganos humanos proveniente de los cerdos – ¿será según la ley?
El ser humano puede tener una reacción instintiva con tan sólo pensar que un riñón o un hígado humano crezcan dentro de los cuerpos de los cerdos o vacas. Un participante de un recién foro en internet sobre las quimeras humano / animal lo describió de esta manera: “¡Increíble!... no hay nada más anti-Dios que la formación genética de quimeras, lo cual no es nada más que una creación monstruosa de Frankenstein.
A pesar de que la idea de un animal quimera es verdaderamente inusual, algunos factores se deben considerar al evaluar la práctica de la creación de órganos humanos dentro de los animales. A pesar de la indecisión inicial, es posible que ciertos tipos de quimeras humano / animal sean justificadas y hasta razonables. Esto le da enfoque cuando reconocemos que miles de pacientes reciben reemplazo de válvulas de corazón hechas de tejidos de cerdo o de vaca que ya se pueden considerar un tipo de quimera humano / animal.
Por muchos años los científicos han trabajado con ratones quimera animal que poseen el sistema inmunológico humano, permitiéndoles el estudio de la manera en que el VIH y otros virus pueden infectar a las células.
Rutinariamente utilizamos a los animales para afrontar necesidades humanas importantes. Los utilizamos para comerlos y para hacer ropa. Los mantenemos en los zoológicos. Los utilizamos para propósitos médicos legítimos e importantes, como la generación y trasplante de órganos y realmente, hasta cierto punto debe de ser causa de alarma. Como lo indicó otro participante en línea sólo la mitad, de chiste, “¡lo ven como a un cerdo proporcionando un corazón, pulmón o hígado humano y el resto se come a la hora de la cena! … Además que el cerdo estará libre de químicos, estará bien alimentado y será tratado humanamente”.
Si el cerdo, realmente pudiera crear un riñón humano en vez de su propio riñón, y si se pudiera utilizar para trasplante, podría ser una nueva fuente principal de órganos ante la escasez crítica que existe actualmente. Muchos pacientes de hoy en día permanecen en la lista de espera para recibir un riñón y un porcentaje realmente alto muere antes de que un órgano esté disponible.
Sin embargo, existen muchos obstáculos técnicos y éticos antes de que la creación de órganos en los cerdos sea posible. Esta ciencia aún está en su etapa infantil y los investigadores aún tienen que averiguar cómo hacer que las células humanas co-existan de una manera estable junto con el tejido animal.
Existen preocupaciones abundantes sobre la posibilidad de la transmisión de los virus animales a los humanos, especialmente considerando la facilidad con lo que otros virus como la influenza aviar han podido saltar de la aves a los humanos.
Aun considerando que estos tipos de riesgos pueden ser minimizados, y las quimeras cerdo / humanas se produzcan sin peligro, aun habrían varias cuestiones éticas por considerar. Una de ellas concierne la utilización de las células madre de los embriones humanos como parte del proceso para crear una quimera cerdo / humano. Los científicos, típicamente generan las quimeras agregando células madre del embrión humano al embrión animal, el cual luego crece y se desarrolla en una quimera animal.
La destrucción de humanos pequeños en su etapa embriónica para la utilización de las células madre es gravemente reprensible, por lo tanto las quimeras serian éticas sólo si un alternativo, fuente no-embriónico de células madre (como las células madre de adultos o la inducción de células madre pluripotenciales) se utilicen en el proceso.
La tecnología también puede prestarse a otras prácticas no éticas, como la creación de un cerdo que produzca un espermatozoide u óvulo humano en sus genitales. De la misma manera si las células del sistema nervioso del humano fueran incorporadas al cerebro de un cerdo en el desarrollo de tal manera que el animal desarrollara lo que aparentan ser las estructuras del cerebro humano, algunos señalan que pueden haber sucesiones de inteligencia o de timidez o hasta otras facetas que componen la identidad del humano en el animal. A pesar de que las preocupaciones parecen ser imposibles, dada la escasez del conocimiento sobre el “armazón de la conciencia” parece razonable ponerle un límite a este tipo de experimento. Algunas agencias científicas como las Instituciones Nacionales de la Salud han restringido la disponibilidad de los fondos de investigación para el estudio de quimeras humano / animal por estas y otras consideraciones, buscando poner más presión para que logre el discernimiento y las discusiones éticas antes de que los investigadores lleguen más afondo.
Solemos ver el progreso científico moderno como un “motor poderoso del bien” a beneficio del ser humano y por consiguiente vemos las investigaciones científicas con esperanza. Esto es apropiado y para reforzar y darle vigor a esa esperanza debemos continuar insistiendo que la investigación innovadora biomédica permanezca en dialogo e interacción abierta con ética sana. El estudio expansible de las quimeras humano / animal nos reta a reflexionar cuidadosamente sobre la utilización apropiada y moral de estas tecnologías innovadoras y poderosas, para que así la dignidad humana no sea dañanda, dominada o desviada de ninguna manera.
Rvdo. Tadeusz Pacholczyk, Ph.D. recibió su doctorado de neurociencia de Yale y su trabajo post-doctorado de Harvard. Es un sacerdote en la Diócesis de Fall River, MA y ejerce como Director de la Educación en el Centro Nacional Católico de Bioética en Filadelfia.