“The JOY OF THE GOSPEL fills the hearts and lives of all who encounter Jesus. Those who accept His offer of salvation are set free from sin, sorrow, inner emptiness, and loneliness. With Christ joy is constantly born anew. In this Exhortation I wish to encourage the Christian faithful to embark on a new chapter of evangelization marked by this joy, while pointing out new paths for the Church’s journey in years to come.” [Evangelii Gaudium #1].
In his call for a “new chapter of evangelization,” Pope Francis offers us a great challenge. All members of the Church, lay and religious, priests and teachers must engage the world more effectively as “heralds of the Great King;” Jesus, our Lord and our God and our Brother. We should welcome this great opportunity to assess the effectiveness of our past efforts and to refine and improve our methodology and expression as we proclaim the Good News in our times.
What is this New Evangelization? Although people frequently speak of a “new evangelization,” most of them would be hard-pressed to define just what it is. Is it “Catholic Television?” YouTube videos? Is it learning from or imitating protestant evangelical techniques?
For more than 2,000 years the essence of evangelization has been to proclaim simply and powerfully that “Jesus Christ is our Lord and Savior.” Then something changed in 1979 when a young and newly-named Pope, now Saint John Paul II, returned to his native Poland and exclaimed, “A new evangelization has begun!”
During the ensuing 35 years, Pope John Paul II and his brother Popes Benedict and Francis have repeatedly challenged us to engage with new ardor, methods, and expression, “entire groups of the baptized [who have] lost a living sense of faith”… who “no longer consider themselves members of the Church and live a life far removed from Christ and His Gospel.” These groups are the particular focus of the “new evangelization” or “re-evangelization.”
Joy-filled Witness In most parts of the world, and sadly, in our own society, Sunday worship, daily prayer, even the attempt to live a truly Christian lifestyle seem to be fading from the common cultural experience. Computer screens, earbuds, smart phones, and an imposing battery of technological gadgets very effectively draw us into a “virtual reality,” drowning out the words of the Gospel for many – perhaps most. Silence, solitude, the awareness of God abiding within us are now rarely a part of our daily lives.
Within this culture of “systematized distraction,” those who would evangelize must find a way to fascinate and captivate our brothers and sisters with the Gospel – and it won’t happen with “persuasive eloquence” or “wise argumentation.” In the words of Pope John Paul II, we must be “credible evangelizers whose lives radiate the beauty of the Gospel.” Recognizable, tangible joy is certainly the hallmark of this endeavor.
Information and Formation The problem with much of what is being presented as the New Evangelization is that it isn’t “new” at all. Certainly a greater ardor is in evidence among would-be-evangelists and catechists, but mere ardor won’t carry the day in these challenging times.
Passion and programming won’t accomplish much if they are merely “window dressing” for the same tired methodologies that have failed to set hearts on fire in the past 50 years. Many feel that orthodoxy or technological innovation are the essence of the New Evangelization. Although orthodoxy is essential, and an effective use of technology is indispensable, in themselves they are insufficient.
If we hope to succeed, our approach must both inform and form – not just passive students, but receptive disciples… who in turn will be prepared and ready to be evangelists, catechists, and apostles themselves.
Jesus Christ: Front and Center The crucial weakness of most of our evangelical and catechetical efforts… elementary and high school kids, adult education and RCIA, and even those programs which faithfully employ the Catechism of the Catholic Church, is that they are not sufficiently Christ-centered.
Although Jesus may be mentioned with some frequency, weeks may pass (or longer periods still) without spending significant time reflecting on His words or pondering the events of His life. In our programs, textbooks, and media presentations, we tend to present our material according to our agenda and following our methodology. We then bring Christ in as an illustration, a sort of “audiovisual aid” to illuminate the point we are trying to make. As a result, although we may sometimes convince people of the reasonableness and truth of what we are proclaiming, we are failing to bring people – even those who are open and receptive –into a deep, lasting, and intimate holy communion with Jesus Christ Himself.
In this series of articles in Agua Viva we will consider the New Evangelization in general and how to proclaim this “kerygma” more effectively to the Church in New Mexico. Through the intercession of those who proclaimed a “new evangelization” in ages past – Sts. Francis and Dominic, Sts. Peter Canisius and Louis de Montfort, may we succeed in the great commission to “give to others the Gift we ourselves have received,” who is Jesus Christ, our Lord and our God. Amen.
La Nueva Evangelización para Nuevo México
La Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”. [Evangelii Gaudium #1]
En su llamado para un “nuevo capítulo de evangelización”, el Papa Francisco nos ofrece un gran reto. Todo miembro de la Iglesia, laicos, religiosos, sacerdotes, maestros deberán comprometer al mundo de una manera más efectiva como “heraldos del Gran Rey”; Jesús nuestro Señor, y nuestro Dios y nuestro Hermano. Debemos de acoger estar oportunidad para valorar la efectividad de nuestros esfuerzos del pasado y afinar y mejorar nuestros métodos y expresiones de cómo proclamamos la Buena Nueva en nuestros tiempos.
¿Qué es la Nueva Evangelización? Aunque la gente habla con frecuencia de la “nueva evangelización” muchos de ellos no sabrían cómo definirla. ¿”Será televisión católica”? ¿”Videos de YouTube”? “¿Será aprender, o imitar las técnicas de los protestantes evangélicos? Por más de 2,000 años, la esencia de la evangelización ha sido de proclamar con sencillez y a la vez con poder que “Jesucristo es nuestro Señor y Salvador”. Luego algo cambio en 1979 cuando el joven y recién nombrado Papa, ahora San Juan Pablo II, regresó de su país nato, Polonia y exclamó, ¡“La nueva evangelización ha comenzado”!
Durante los siguientes 35 años, el Papa Juan Pablo II y sus hermanos el Papa Benedicto y Francisco, en repetidas maneras nos han retado a comprometernos con un nuevo ardor, métodos y expresión, “grupos enteros de bautizados que han perdidos el sentido de la fe”… quienes “ya no se consideran miembros de la Iglesia y viven una vida muy alejada de Cristo y Su Evangelio”. Estos grupos, en particular, son el enfoque de la “nueva evangelización” o “re-evangelización”.
Testimonio lleno de gozo Tristemente, en muchas partes del mundo, en nuestra misma sociedad, los domingos de alabanza, oración diaria, y hasta el mismo intento de vivir una verdadera vida cristiana parecen ir esfumándose de nuestra experiencia cultural común. Las pantallas de computación, los auriculares, los teléfonos inteligentes y una variedad imponente de aparatos tecnológicos nos envuelve en una “realidad virtual” ahogando las palabras del Evangelio para muchos – quizá para la mayoría.
El silencio, la soledad, la conciencia de que Dios vive en nosotros, rara vez forma parte de nuestro diario vivir. Dentro de esta cultura de “distracción sistemática” aquellos que evangelizan deberán encontrar una manera de fascinar y cautivar a nuestros hermanos y hermanas con el Evangelio – pero no sucederá con “elocuencia convencedora” o con un “argumento sabio”. En las palabras del Papa Juan Pablo II, debemos ser “evangelizadores creíbles cuyas vidas irradian la belleza del Evangelio”. El gozo reconocible y palpable es realmente la característica de este empeño.
Información y Formación El problema con mucho de lo que se presenta como la Nueva Evangelización es que no es nada “nuevo”. Desde luego un ardor más grande es evidencia entre los que serían evangelistas y catequistas, pero el puro ardor no es suficiente en estos tiempos difíciles. La pasión y la programación no servirán de mucho si es una “fachada” para las mismas metodologías cansadas, que han fallado en hacer que corazones ardan en los últimos 50 años. Muchos sienten que la innovación ortodoxa o tecnológica son la esencia de la nueva evangelización. Aunque lo ortodoxo es esencial y un uso efectivo de la tecnológica es indispensable, en sí, son insuficiente. Si esperamos sobresalir, nuestro métodos tiene que informar y formar – no sólo alumnos pasivos, si no discípulos receptivos… quien a su vez se prepararán y estarán listos para ser evangelizadores, catequistas, y apóstoles.
Jesucristo: Frente y Centro La debilidad crucial de muchos de nuestros evangelizadores y esfuerzos catequéticos… los niños de escuela elemental y secundaria, adultos en RICA y aun para aquellos programas los cuales emplean fielmente el Catecismo de la Iglesia Católica es que no tienen a Cristo como centro.
Aunque se mencione a Jesús con frecuencia, las semanas pueden pasar (o períodos aún más largos) sin dedicar un tiempo significativo reflexionando Sus palabras o los eventos en Su vida. En nuestros programas, libros de texto o presentaciones, tendemos a presentar nuestro material según nuestra agenda y siguiendo nuestra metodología. Luego hablamos de Cristo como una ilustración, como un “audiovisual” para recalcar el punto que estamos tratando de hacer. Como consecuencia, aunque en ocasiones podamos convencer a la gente la racionalidad de lo que estamos proclamando, solemos fallar en atraer a la gente - aún a aquellos que están dispuestos y abiertos – a una santa comunión, profunda, duradera e íntima con Jesucristo mismo.
En esta seria de artículos en Agua Viva consideraremos la Nueva Evangelización en general y como proclamar este “kerigma” de una manera más efectiva en la Iglesia de Nuevo México. Por medio de la intercesión de aquellos que proclamaron en tiempos pasados, los Santos Francisco y Dominico, Santos Pedro Canisio y Luis de Montfort, que en esta gran comisión logremos “darle a otros el Don que nosotros mismos hemos recibido”, que es Jesucristo, nuestro Señor y nuestro Dios. Amén